San Ivo
Ivo de Chartrés
Patrono de los abogados
Ivo de Chartrés nació el 7 de octubre de 1253 en Kermestín, Baja Bretaña, Francia.
Cursó estudios de derecho y teología en las universidades de París y Orleans, doctorándose en ambas facultades.
Dedicó mucho tiempo diario a la oración, se abstuvo de comer carne y de bebidas alcohólicas. Vestía pobremente y lo que ahorraba lo dedicaba a ayudar a los pobres. De regreso a su tierra natal, fue nombrado juez del tribunal, protegió a huérfanos, defendió a los más pobres y administró justicia con imparcialidad y bondad.
Es llamado el "Abogado de los pobres". Visitó cárceles llevando regalos a los presos y ofreció memoriales de defensa a quienes no podían conseguirse un abogado. Fue vicario y juez eclesiástico en Rennes y Treguier. Fue ordenado sacerdote, y desde entonces se dedicó a la predicación y a la administración de los sacramentos.
Se cuenta que un rico demandó a un pobre porque olía diariamente las sabrosas emanaciones de su cocina señorial; Ivo admitió la demanda y falló en su favor, condenando al pobre a pagar una moneda de oro. Cuando la hizo sonar sobre la mesa y el rico iba a tomarla, decretó que el sonido de la moneda indemnizaba cumplidamente al señor por los aromas percibidos por el pobre.
San Ivo falleció en Louannec el 11 de mayo de 1303. Fue canonizado por Clemente VI en 1347. Su fiesta se celebra el 19 de mayo.
DECÁLOGO DE SAN IVO
I. El abogado debe pedir ayuda a Dios en sus trabajos, pues Dios es el primer protector de la justicia.
II. Ningún abogado aceptará la defensa de casos injustos, porque son perniciosos a la conciencia y al decoro profesional.
III. El abogado no debe cargar al cliente con gastos excesivos.
IV. Ningún abogado debe utilizar, en el patrocinio de los casos que le sean confiados, medios ilícitos o injustos.
V. Debe tratar el caso de cada cliente como si fuese el suyo propio.
VI. No debe evitar trabajo ni tiempo para obtener la victoria del caso que tenga encargado.
VII. Ningún abogado debe aceptar más causas de las que el tiempo disponible le permite.
VIII. El abogado debe amar la justicia y la honradez, tanto como las niñas de sus ojos.
IX. La demora y la negligencia de un abogado causan perjuicio al cliente y, cuando eso acontece, debe indemnizarlo.
X. Para hacer una buena defensa, el abogado debe ser verídico, sincero y lógico.